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Análisis de libro: Convenience store woman

Tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, un nuevo libro se ha postrado en los estantes de las librerías. Es de cubierta dura, color celeste y en la portada aparece sobre un plato una albóndiga de arroz que asemeja la cabeza de una mujer. Es un libro altamente recomendable.

“Convenience Store Woman” es la octava novela escrita por Sayaka Murata y la primera en ser traducida al inglés. Seguida de una muy exitosa publicación en Japón, Murata ganó el prestigioso premio Akutagawa y vendió más de 600,000 ejemplares en un período de dos años. La novela se tradujo a diecisiete idiomas antes de ser llevada al inglés apenas el mes pasado.

¿Cómo es que una novela se convierte en una sensación internacional?

La traductora al inglés de la obra, Ginny Tapley Takemori, considera que el éxito de la novela se debe en parte al gran atractivo de haber sido escrita en un lenguaje accesible y cotidiano. Un lenguaje que atrae tanto a los fanáticos del manga y del anime como a entusiastas literarios.

También hay que considerar el simple hecho que el libro es de una calidad innegable, la manera en que te lleva hasta la orilla del el extraño cerebro de su narradora Keiko Furukura y la velocidad en que te guía a través de su ingeniosa trama le convierten en una lectura obligada.

El libro es sumamente sorpresivo y ha sido muy impactante en Japón, pero quizás lo es aún más para el público extranjero.

Convenience store woman

Convenience Store Woman

Keiko es soltera, tiene 36 años y es feliz. Ella se siente orgullosa de sus capacidades laborales en un trabajo de medio tiempo que correspondería más a un estudiante.

La tienda le brinda comodidad y propósito, pero va mucho más allá de esto. A veces se percibe como un templo religioso que brilla por las noches; algunas otras la tienda es una extensión de Keiko misma.

Cuando no puedo dormir, pienso en la caja de cristal que se revuelca con vida en la oscuridad de la noche. Ese acuario prístino funciona como un reloj … Cuando cae la mañana, soy la encargada de la tienda otra vez, tan sólo un engrane de la sociedad. Esta es la única forma en que puedo ser una persona normal.

Tenemos a una narradora soltera, sin apetito sexual y completamente enfocada en un trabajo que no constituye para nada una «carrera». Takemori subrayó esta singularidad:

«No creo que exista nadie, al menos nadie con quien me que me haya encontrado, que sea como Keiko, ¡sobre todo sin desear tener una relación!»

La sexualidad en la mujer es fundamental dentro del trabajo de Murata, sus novelas suelen tener mucho sexo, aunque este no necesariamente sea agradable.

Murata está interesada en las extrañas presiones que la sociedad ejerce sobre las mujeres. En su novela más reciente, publicada durante el verano en Japón, indica:

«La sociedad es una gran fábrica de bebés. Cuando te conviertes en adulto, te vuelves parte de esta fábrica para crear más humanos”.

Una de las cosas que más molestan a Takemori son las novelas que muestran en sus portadas a mujeres japonesas elegantes y de aspecto frágil.

«La imagen de las mujeres japonesas en los Estados Unidos, el Reino Unido y en otros lugares suele ser de obediencia, sensualidad y con un poco de opresión por parte de los hombres. Es una fantasía. Así que aquí tienen a Keiko: no es atractiva, no le interesa el sexo en lo absoluto, simplemente no lo tiene contemplado, y trabaja para sobrevivir en un trabajo muy poco atractivo. Proporciona una visión diferente de Japón”.

El corazón de esta corta e inquietante novela es la tienda “Hiiromachi Station Smile Mart”. Nos aventuramos al mundo de Keiko justo en medio del estruendo matutino: las campanillas en la puerta, los anuncios que suenan por el intercomunicador, los trabajadores saludando a los clientes, pitidos de escáner, el ruido de los tacones sobre el piso.

«Una tienda de conveniencia es un mundo sonoro».

En las tiendas de conveniencia, los restaurantes y prácticamente en establecimientos de todo tipo en Japón, los trabajadores dicen frases comunes, ensayadas al unísono cada mañana antes del trabajo. Los saludos son tan particulares y omnipresentes que ninguna palabra de cualquier otro idioma les pudiera definir. Takemori decidió dejar «irasshaimasé» – literalmente «bienvenida» – sin traducir:

«Los lectores no son tontos, pueden lidiar con una palabra en japonés. Keiko elaboró otras frases con el propósito de sonar lo mejor posible: ¡Ciertamente! ¡De inmediato, señor! ¡Gracias por su preferencia!»

No se piensa cuando se dicen estas frases, simplemente se dicen.

La traducción literaria es tanto un esfuerzo creativo como una larga e imposible cadena de problemas que requieren solución. Incluso si el idioma en sí fuera su única preocupación, no es posible llevar algo directamente de un idioma a otro, palabra por palabra, particularmente entre idiomas que funcionan de manera tan diferente como lo son el inglés y el japonés. Pero no son solo las palabras las que necesitan resolverse. Como dice Takemori, un traductor debe recrear el «efecto» de la novela: su atmósfera, su voz y su impacto sobre el lector.

 

 

Aquí es donde los traductores académicos y los literarios entran en desacuerdo. Los académicos tienden a priorizar una traducción más exacta con fines académicos, mientras que los traductores independientes como Takemori están más dispuestos a jugar con el original para capturar el impacto en el lector. «Al tratar de ser demasiado fiel al original», cree Takemori, «en realidad puedes traicionar el texto».

“Convenience Store Woman” a menudo es sorprendentemente divertida.

«Hay partes que casi me hicieron escupir el café cuando las leí por primera vez, partes que son muy graciosas».

Una traducción exacta -o lo más exacta posible- sería difícil y desconcertante para los lectores extranjeros, innecesariamente plagada de notas al pie de las páginas. El humor se perdería. La absoluta extrañeza, distancia y encanto de la voz de Keiko se esfumaría.

Hay que encontrar la creatividad.

Abres una brecha en otro idioma para una voz que está haciendo algo que no se ha hecho antes, incluso en japonés. Es una tarea desalentadora. «Pero eso es lo que me gusta «, dice Takemori. Uno se preguntaría cómo fue que lo logró, cómo capturó lo entrañable y lo espeluznante de la atmósfera de la novela en la misma red.

Al igual que cualquier forma de arte, por supuesto, no hay una respuesta fácil.

«Simplemente tuve que seguir buscando, ya sabes,  al principio se sentía un poco soso, sin el impacto necesario… pero cuando finalmente lo haces bien, cuando sabes que lo tienes, es una sensación realmente agradable».

Leer “Convenience Store Woman” se siente como si te transportaran a un planeta extraño pero que resulta ser la Tierra. Takemori confirma que la experiencia es la misma en el original.

«Sayaka Murata es impactante. A través de los ojos de este extraño personaje ves a la sociedad bajo una luz distinta. Ya sabes, lo que la gente piensa que es normal en realidad no es normal para nada. Keiko a menudo parece un detective, tomando notas sobre nuestra especie»

Al terminar de leer “Convenience Store Woman”, mi mente se quedó extrañamente atrapada en la voz de la protagonista. Me pregunto si Takemori sintió algo similar mientras vivía inmersa en la voz de Keiko durante el proceso de traducción.

Bibliografía

Convenience store woman, Sakura Murata
How a Japanese Novella about a Convenience Store Worker Became an International Bestseller, Allison Tate Lewis
Miguel ManriqueAnálisis de libro: Convenience store woman
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1 comment

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  • Fernando Losada - julio 18, 2019 reply

    Hola holita! Me pareció genial tu post, no soy muy de comentar pero hoy me he animado a hacer una excepción! Te agrego a mis páginas favoritas y quedo pendiente para futuras entradas

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